Persecuciones, montajes e infiltrados a dos años del inicio
de la VIII Marcha
Durante estos últimos años hemos vivido de muy cerca las
estrategias que el Estado utiliza para desbaratar movimientos que de alguna
forma le incomodan y no le dejan tranquilo. Utilizan diferentes medios, desde
el espionaje hasta la represión. Las reacciones inofensivas lo han ido
nutriendo de confianza para arremeter a cualquier acto de rebeldía
proporcionándole un resultado favorable y una posición ventajosa. Los aparatos
de inteligencia del Estado tienen a la mano diferentes medios para la labor
represiva como la infiltración de agentes de policía y civiles en las luchas
sociales.
Así descaradamente se critica al Estado norteamericano de
espionaje mientras el Estado boliviano utiliza los mismos mecanismos para
fabricar pruebas, montar e infiltrar. El afán de estos mecanismos persigue el
encarcelamiento para crear un escenario de miedo y terror, cuando viene de otro
lado es criticado, pero, cuando se lo utilizan es correcto –para ellos– para
castigar, perseguir y encarcelar; la ejemplificación es otra forma de violencia
estatal para ahogar cualquier acto revolucionario. El montaje y la persecución
muy bien pueden acomodarse por medio de las leyes hechas para esto, muchas
veces apuntan a organizaciones dirigenciales donde la estructura piramidal va
ser un buen blanco para localizar a las cabezas porque son fácilmente identificables,
el resultado llevará a un temor generalizado en las masas ocasionando que todo
el movimiento se desbarate. De esta manera el Poder logra desarticular
cualquier resistencia.
Fuente: Territorios en resistencia
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